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Carta al pueblo cordobés

Al pueblo cordobés

Estimados y muy queridos conciudadanos:

Las personas que vivimos en las tierras que rodean nuestra ciudad, y que aún no han sido o están siendo reguladas urbanísticamente al día de hoy, conocemos que un sector de la población cordobesa, de alguna manera, nos demonizan y tienen el concepto de que nuestra expansión se debe a la intención de aprovecharnos de la ciudad y sus recursos para nuestro beneficio. Nada más lejos de la realidad, por lo que merecealamiriya la pena repasar y tomar conciencia de los motivos principales que han originado esta situación.

Un detalle que no se nos debe olvidar a nadie es que somos el mismo pueblo de Córdoba el que se extiende y realiza y que este hecho es, ha sido y será, tanto inevitable como legítimo en una ciudad. Otra cosa es la falta de visión que durante estos años ha tenido la Administración en encauzar estas expectativas y trabajar en planes urbanísticos adecuados.

Una primera causa es el asentamiento de personas alrededor de zonas donde se genera empleo. De ahí nacen las barriadas como en el caso agrícola de «Majaneque» o «La Golondrina» y, en el caso industrial, pongamos de ejemplo a Villarrubia con su fábrica de levadura, azucarera (ya inexistente) y otras. Estos primeros núcleos han ido creciendo con el paso del tiempo y en este crecimiento tenemos, sin duda, los primeros asentamientos no regularizados.

El segundo grupo que se va asentando es el de personas que desean tener sus huertos y animales y una vida más cercana a las costumbres de las que provenían. No olvidemos que en un tiempo no demasiado lejano, la mayoría de los cordobeses tenían una estrecha relación con la agricultura y la ganadería.

Pero el motivo fundamental que nos impulsa a los cordobeses a lanzarnos a la aventura de hacer una casa en el campo -y de hecho el que más ha influido en el desarrollo de las parcelaciones, sin olvidar la pasividad Consistorial- es el económico. Los abusivos precios de la vivienda en Córdoba hacían viable y rentable la construcción en la periferia, y, valga como ejemplo, que con lo que valía un piso medio se podía comprar un terreno, edificar una casa de muy superiores condiciones, hacer una piscina y pagar la sanción correspondiente del Ayuntamiento.

Debido a este hecho en concreto e, insisto, del abuso, la especulación y la falta de un plan urbano adecuado en la ciudad, se poblaron estas tierras de un tejido social representativo de todos los gremios: abogados, bomberos, policías albañiles, carpinteros, profesores, electricistas, chatarreros, etc. Sin más, una Córdoba viva quiso extenderse.

Con estos datos apunto que sería un imbécil quien quisiera hacer daño a cualquiera de los que aquí viven -sea del gremio que sea- obviando una voluntad entera. Las personas que aquí vivimos hemos construido las viviendas con nuestro solo y único esfuerzo. Hemos pagado las instalaciones de los servicios que el Ayuntamiento autorizó en algunos sectores a precios realmente escandalosos. Valga como ejemplo el hecho de que, cuando aún no estaba implantado el euro, el enganche de agua para una vivienda costó alrededor de 280.000 ptas. ¿Qué ciudadano ha pagado jamás esa barbaridad? Como eso, la electricidad. Ahora, tenemos que volver a pagar nuevas instalaciones para adaptarnos a los nuevos planes del P.G.O.U. En nuestros recibos del agua vienen cobrados unos servicios de los que no disponemos. ¡¡Pero se nos cobra¡! En algunas zonas se está pagando el I.B.I. -cuando aún no se han terminado los procesos dereparcelación y no está definido el precio del suelo- sobre unas bases de zona residencial e, insistimos, ¡ ¡sin ningún servicio ni beneficio de la Comunidad!!

En una ciudad donde no se han desarrollado planes viables para un crecimiento económico, donde empresas que mantenían y asalariaban una importante parte de la población cordobesa (algodoneras, azucarera, fábrica de refrescos, cervecera, lácteas etc…) se han marchado o han desaparecido, donde los agricultores y ganaderos han sufrido las consecuencias de una política agraria que les ha perjudicado,( y, sobre esto, se le puede pedir opinión y datos a A.S.A.J.A), no cabe la menor duda de que el desarrollo de estos asentamientos -aún no estando regularizados- ha sido un importante motor de la economía cordobesa durante todos estos últimos años. ¿Quién en Córdoba no ha recibido directa o indirectamente beneficio de este acontecer?

Todos estos datos indican claramente que las personas que aquí vivimos no sólo no hemos tenido intención de aprovecharnos de nuestra ciudad ni de sus ciudadanos, sino que hemos generado una riqueza de la cual «todos» hemos disfrutado. Agradecemos, como todos los cordobeses, que la Administración haya dado un primer paso para regularizar esta situación, aunque sea de momento pequeño y tímido. El pasado es imprescindible para reconocer errores y evitarlos, pero el futuro nos lo tenemos que forjar nosotros mismos. El desarrollo de la regularización y urbanización de estas zonas supondrá un nuevo impulso económico para Córdoba, a parte de solucionar importantes problemas asociados a la situación actual. La legislación de la «Junta de Andalucía» deja claro que estos proyectos los financiarán los vecinos afectados, por lo que cualquier ciudadano puede estar seguro y tranquilo de que ni a él ni a la ciudad le va a costar un euro la legalización de estas parcelaciones. Pero es preciso crear unas condiciones adecuadas para que estos proyectos tan importantes y beneficiosos para nuestra ciudad se lleven a cabo y esto no será posible sin que La Junta de Andalucía, el Ayuntamiento, lasEntidades Financieras, todos los partidos políticos y nosotros los vecinos-aunemos voluntades y esfuerzos, teniendo en cuenta los tiempos difíciles en que vivimos.

Expuesto todo lo anterior, debe quedar claro que la mala intención no ha motivado ninguno de estos hechos, que estamos a disposición de nuestros gobernantes para buscar y ejecutar las soluciones adecuadas y, sobre todo, que también somos Córdoba. Sin más, los mejores deseos.

Antonio López Pérez

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